martes, 15 de abril de 2008

¿Qué es la certeza?
Son muchos los que consideran que para alcanzar la certeza hay que partir de la evidencia, ya que antes de intentar demostrar cualquier cosa tenemos que partir de algo que se supone cierto.
La Certeza se puede definir como “un conocimiento seguro de algo”, es decir aquellos acontecimientos o hechos que debidos a unas demostraciones estamos seguros que se van a producir y que nadie los cuestiona.
El conocimiento humano se pueden clasificar o diferenciar por muchos motivos, pero uno de ellos, es el que los caracteriza por el grado de la verdad:
Duda: la evaluación de un acontecimiento por un individuo sin poder garantizar la verdad ni la falsedad de las cosas.
Opinión: en este caso nos declinamos por una opción ya sea cierta o falsa, pero no sin excluir la otra, es decir opinamos que un evento es cierto pero no podemos demostrarlo por lo que no estamos cien por cien seguros.
La Certeza: cuando un conocimiento ha sido demostrado y podemos afirmar que es verdadero. También podemos considerar como cierto aquellas cosas que por su simplicidad sabemos que ocurren pero no están demostradas.
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La certeza y su relación con la fé (ciencia y religión)
Antes de nada destacar que podemos considerar a la Fé como “la certeza de lo que no se ve”.
La ciencia se basa en la certeza, es decir en el mundo científico tiene como principal objetivo determinar aquellas cosas que son verdaderas
Esta ciencia ha estado enfrentada a lo largo de los años con la religión (cristianismo, Islam…), ya que ha demostrado una serie de acontecimientos y hechos que ha hecho temblar las bases del cristianismo, entre otras religiones.
Esto se debe principalmente a la demostración de la Teoría de la Evolución de Darwin, ya que suponía una gran contradicción al cristianismo que afirmaba que todo fue creado por Dios. Por eso la Iglesia se basa en la fe, que consiste en creer en algo sin cuestionare nada, independientemente de que se haya demostrado o no.
No obstante a pesar de que considero que la ciencia tiene su fundamento en la certeza, se ha llegado a la conclusión de que no todo se puede demostrar y que en ocasiones es necesario partir de hechos que se suponen ciertos para demostrar otros. (Es el caso de los axiomas en matemáticas son principios que se suponen ciertos pero que no se han podido demostrar)
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La certeza en la filosofía
Existen grandes filósofos que han tratado el tema de la certeza a lo largo de los años desde puntos de vistas diferentes.
Me gustaría destacar por su importancia a Rene Descartes, que es considerado como el filósofo más importante de la filosofía moderna, a través del pensamiento cartesiano, que consite en la busqueda de una verdad absoluta a partir de la cual no pueda existir lugar a la duda.
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Opinión
Pienso que es muy complicado decir que algo tiene una certeza absoluta ya que todo depende de los acontecimientos que los rodeen y de la persona que evalúe el hecho. No obstante existen cosas que aunque no pueden ser demostrados todos hemos llegado a la conclusión de su naturaleza verdadera.
Por todo esto normalmente en la vida cotidiana elegimos aquellas cosas que tienen una mayor probabilidad, independientemente de que sean verdaderas o no.
--Angel 13:11 18 may 2007 (CEST)
Solamente añadir a lo que ha escrito antes Ángel que el problemas más importante que veo a la hora de probar si algo es cierto o no, es el hecho de tener que demostrar a su vez los argumentos en los que te basas para demostrar que efectivamente es verdadero. En pocas palabras es la pescadilla que se muerde la cola.
--Jlopez 16:20 20 may 2007 (CEST)

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Referencias
http://www.definicion.org/certeza (concepto de la certeza, "conocimiento seguro de algo")
http://est-biblia.blogspot.com/2007/05/la-fe-1-parte-certeza-convicin-hebreos.html (información sobre la relación de la certeza y la fé, "la certeza de lo que no se va")
http://homoescepticus.blogspot.com/2007/03/duda-opinin-y-certeza.html (información duda, opinión y certeza)
http://www.opcolombia.org/estudio/descartes.html (información sobre René Descartes)
http://es.catholic.net/temacontrovertido/326/2781/articulo.php?id=8702 (información sobre la fe y la certeza)
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Autor
--Angel 19:42 20 jun 2007 (CEST)Angel
¿Certeza?
Enviado el viernes, 06 de octubre de 2006 19:58

El ser humano busca la certeza en su vida. El ser humano es un sistema complejo que vive en otro sistema complejo que lo rodea. Pero en vez de asumir la incertidumbre de ambos sistemas complejos, busca con ahinco una certeza que no aparece por ningún lado.

Los múltiples sistemas religiosos del mundo ofrecen en palabras esa certeza, que sin embargo no se realiza en la práctica. Unos de ellos ofrecen escapar a la reencarnación eterna. ¿Sabe alguien con certeza que algún ser humano haya escapado a una reencarnación sobre la que tampoco existe certeza? Las religiones monoteístas ofrecen un discurso en el que garantizan una vida eterna y la existencia de un guardián que cuida del universo, pero salvo por la afirmación repetida de las personas que lo asumen, no existe certeza alguna de que así sea.

En los siglos XVIII y XIX se asumió que la física, con “leyes” inmutables, ofrecía esa garantía de certeza. Aun hoy Stephen Hawking, entre otros, sigue insistiendo en la existencia de una única ley que gobierne el universo. Pero no hay certeza en la física.

En un cierto momento parecía que las matemáticas ofrecían esa garantía de certeza. Al fin y al cabo, las demostraciones matemáticas son estrictamente lógicas e inapelables. Pero sin embargo las matemáticas necesitan axiomas, y Gödel demostró en el siglo XX que las propias matemáticas no pueden probar sus axiomas.

Se dice que el ser humano está programado para buscar esa certeza. Yo dudo mucho que el ser humano esté programado para nada. Sospecho, pero no lo puedo probar, que el ser humano es un ser libre, con muy escasa programación, o más bien con una inmensa cantidad de posibilidades de las cuales elige, voluntaria o involuntariamente, algunas de ellas.

Si no existe la certeza en el mundo, y si el ser humano es libre, ¿qué puede hacer ese ser humano?

Puede aprender a vivir con la incertidumbre. La incertidumbre es esencial en el universo. Ayer leía sobre las contribuciones de Ludwig Boltzmann al problema de la irreversibilidad. El comentarista, Carlo Cercignani, insiste en su comentario en una falacia repetida hasta la saciedad en los libros de texto y en los artículos de las revistas de física. Se pregunta Cercignani que como es posible que una taza de café que se cae y se rompe no se auto reconstruya ella sola, siguiendo las reversibles leyes de la mecánica. Olvida Cercignani que en las reversibles “leyes” de la mecánica intervienen las condiciones de contorno, que son desconocidas para estas leyes, y que, incluso a nivel elemental impiden, salvo una inyección substancial de energía, que las condiciones iniciales del problema se repitan de tal forma que los movimientos sean reversibles. Aparece aquí la misma confusión entre realidad y deseo que mencionaba más arriba. Las ecuaciones son reversibles, pero la solución de esas ecuaciones precisa de otras cosas que no lo son.

El movimiento de los cuerpos en un ambiente complejo es no determinista, es esencialmente probabilístico. Conocida la condición inicial, el movimiento depende de las interacciones del cuerpo con lo que le rodea. El movimiento de los fluidos, el clima, el movimiento natural de los cuerpos es esencialmente aleatorio, con un mayor o menor grado de aleatoriedad, pero aleatorio, al fin y al cabo. Por lo tanto no hay certeza, no solo en el cambio climático, sino ni siquiera en que si dejo una piedra en el aire ésta no ascienda.. La probabilidad de que en el momento en que yo la deje suelta no ocurra debajo de ella un tornado que la levante por los aires es muy, muy pequeña, pero no es exactamente igual a cero.

No podemos, pues, exigir certeza, sino grados de probabilidad. Cuando alguien escribe que no se ha podido probar que estemos en medio de un cambio climático de ritmo 10 veces superior a otros que ha habido en el planeta, yo no tengo más remedio que responderle: ¿Puedes probar tu que ahora es de día? Podemos estar equivocados todos los seres humanos y ser la realidad ahora la noche. No es probable que nos equivoquemos todos a una, pero es posible.

¿Qué es lo que se ha probado en este mundo con probabilidad igual al 100.0000000000 ....0 ...%? Si no se puede probar nada con esa probabilidad, ¿qué sentido tiene el decir que “no se ha probado el tan manido cambio climático?

En las novelas de Chandler se dice una y otra vez que nunca se puede probar quien es el asesino. Incluso si hubiese 20 testigos del asesinato, nadie puede probar que el disparo fatal no lo hubiese hecho otra persona a 1000 metros de distancia una milésima de segundo antes de que el sospechoso disparase. El ser humano no trabaja con “pruebas exactas” sino con probabilidades. El mundo no es determinista, sino fluctuante.

Mi argumento en pro de cambiar de paradigma energético se basa en que no podemos saber de manera exacta lo que nos va a deparar el futuro, y por tanto tenemos que invertir fuertemente en alternativas para poder afrontar cualquier evolución de ese futuro, introduciendo en ellas diferentes grados de plausibilidad derivados de análisis estadísticos. Es altamente probable que el cambio climático en que estamos inmersos llegue, si seguimos emitiendo CO2, a una subida de la TMG de 6ºC. La probabilidad no es del 100.000000000000000000....0...... %, pero es una probabilidad alta. ¿No vale la pena invertir en energía solar para hacer bajar esa probabilidad, sobre todo sabiendo que substituir el petróleo por esta energía solar tiene una alta probabilidad de aumentar nuestro bienestar?

No hay certeza en el mundo. ¿Elegimos aquello que presenta la mejor probabilidad ?
René Descartes

La pasión por la certeza y el método cartesiano
La pasión por la razón y la certeza
El pensamiento cartesiano puede considerarse como una respuesta a la incertidumbre de la época en la que fue formulado: por un lado, el hundimiento de un modelo científico (el geocentrismo) y el nacimiento de una nueva forma de ver el universo (heliocentrismo) cuyas consecuencias marcarán la modernidad. Por otro lado, el siglo XVI está condicionado por la escisión que se produce entre el catolicismo y el protestantismo. La ciencia y la religión, las dos grandes “fuentes” de la verdad, se ven acosadas por la duda, problema teórico que se verá acompañado de consecuencias prácticas: condena a Galileo, guerras de religión… En estas circunstancias de crisis, Descartes intenta construir un sistema filosófico que resuelva esa incertidumbre generalizada, encontrando en la razón humana la roca firme sobre la que construir un sistema de conocimiento que resista el ataque de la duda, una filosofía en la que el error no tenga cabida. Por eso no es de extrañar que sea la matemática su ciencia preferida, y que despreciara la educación libresca. El proyecto filosófico cartesiano destaca precisamente por su aspiración a unificar todas las ciencias, que deben utilizar el mismo método. Por ello, el problema del método será uno de los que más atención reciba en su sistema: los errores teóricos no proceden de la falta de inteligencia, sino del camino seguido para encontrar la verdad. Y este método no puede ser otro que el matemático como veremos más adelante. Este proyecto de unificar las ciencias se reflejará en una conocida metáfora cartesiana, según la cual todos los saberes humanos forman una unidad orgánica, similar a un árbol:
“Toda la filosofía es como un árbol, cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física y las ramas que salen de ese tronco son todas las demás ciencias, las cuales se pueden reducir a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral.”
Bajo estos parámetros, la filosofía cartesiana intentará encontrar una certeza sobre la que construir una ciencia segura e indudable. Un desarrollo teórico infalible, que vuelva a posibilitar la aparición de verdades universales.
El método cartesiano
El carácter científico de Descartes queda bien claro desde el mismo título de una de sus obras centrales: Discurso del método para dirigir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias, seguido de la Dióptrica los Meteoros y la Geometría. Ciencia y filosofía van muy unidas en toda la obra cartesiana, y no sólo por la metáfora del árbol, sino también por un nervio común que vertebra todas las disciplinas: el método. Para Descartes la diversidad de opiniones y el error que de la misma puede derivarse no es consecuencia de una falta de inteligencia, sino del método seguido. La inteligencia aplicada por el mal camino no puede conducirnos muy lejos, y por eso hemos de plantearnos, antes de lanzarnos a la búsqueda de la verdad, cuál es el camino que mejor puede conducirnos a su consecución. Todos los enfrentamientos y problemas teóricos pueden disolverse si fijamos un método, un conjunto de “reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales todos los que las observen exactamente no tomarán nunca por verdadero lo es que es falso, y alcanzarán –sin fatigarse con esfuerzos inútiles, sino acrecentando progresivamente su saber- el conocimiento verdadero de todo aquello de que sean capaces”. Estas reglas deben salvarnos de la crisis de fundamentos a la que antes hacíamos referencia, a ese “vacío” de verdad que se produce a lo largo del siglo XVI. La motivación esencial de Descartes al emprender esta tarea metódica es superar esa irreconciliable oposición entre teorías, religiones y puntos de vista, ese desfondamiento que deriva de la inseguridad ante verdades contradictorias.
El método cartesiano tiene como referencias dos elementos distintos:
1) Por un lado, el método de resolución-composición de la escuela de Padua y Galileo. Según este método, ante cualquier problema científico debían seleccionarse, en primer lugar, las variables relevantes (propiedades esenciales), para a continuación, en un proceso abstractivo, establecer hipótesis teóricas expresadas matemáticamente que explicaran el fenómeno. De estas hipótesis se deducirían (de ahí proviene el nombre de método hipotético-deductivo) diversas consecuencias que debían ser comprobadas por medio de un experimento, que evaluará su veracidad. Si bien dicho método combina la experiencia con el trabajo deductivo, Descartes privilegiará el razonamiento sobre cualquier tipo de experimentación empírica. El análisis conceptual y la deducción racional se imponen sobre el conocimiento sensible, que a menudo es responsable de muchos de nuestros errores.
2) La influencia de las matemáticas. Si algo maravillaba a Descartes de esta ciencia, era precisamente que todos sus desarrollos pueden seguirse sin necesidad de apelar a la experiencia. En matemática las verdades son evidentes y demostrables, y basta la razón para conocerlas. De hecho, el precedente más remoto del método cartesiano podemos encontrarlo ya en la geometría de Euclides: se trata en definitiva de ir deduciendo nuevas y más complejas verdades tomando como punto de partida otras más sencillas y evidentes.
La propuesta cartesiana tiene, por tanto un doble objetivo: pretende evitar el error y llegar a verdades indudables, y por otro lado extraer nuevas verdades a partir de las ya conocidas. Para ello, Descartes afirma la necesidad de destruir todo el conocimiento anterior, y comenzar a levantar un nuevo edificio del conocimiento (tarea constructiva, ars inveniendi), en el que sólo aparezca la verdad y sean eliminados los prejuicios o las verdades basadas en argumentos de autoridad. En esta labor de destrucción y construcción, intervendrán dos facultades características de la razón humana: la intuición y la deducción. La primera, por la que conocemos de un modo inmediato verdades evidentes, juega un papel esencial en las dos primeras reglas, mientras que la segunda, por la que accedemos a nuevas verdades a partir de las ya conocidas, es la protagonista de las dos segundas. Las reglas del método cartesiano, tal y como aparecen en el Discurso del método, son las siguientes:
Regla de la evidencia: “No admitir jamás como verdadero cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios más que lo que se presentare a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda.”
Regla del análisis: “Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible, y cuantas requiriese su mejor solución.
Regla de la síntesis: “Conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, como por grados hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden aun entre aquellos que no se preceden naturalmente unos a otros.”
Regla de las comprobaciones: “Hacer en todo enumeraciones tan completas, y revisiones tan generales, que estuviera seguro de no olvidar nada”
La primera regla establece la evidencia como el criterio último para separar lo verdadero de lo falso. La verdad debe ser evidente, y para acceder a la misma necesitamos de la intuición, de un acto puramente racional por el que la mente “ve” de un modo inmediato, directo y transparente una idea. La evidencia sería la propiedad de aquella idea que le hace aparecer ante la mente con claridad y distinción. A su vez, Descartes explica también ambos conceptos: es clara la idea que es “presente y manifiesta a un espíritu atento”, mientras que es distinta “la que es de tal modo precisa y diferente de todas las demás que no comprende en sí misma más que lo que aparece manifiestamente a quien la considera como es debido."
Una de las consecuencias más importantes de esta regla es que la realidad pierde la objetividad. Ya no hay una realidad fuera del sujeto, sino que ésta queda convertida en un contenido más del pensamiento. Así, la verdad pierde su dimensión ontológica: no hay una verdad en la realidad, una adecuación entre pensamiento y realidad. Ahora la verdad es una propiedad de las ideas que les hace aparecer como evidentes. Verdad es, para Descartes, igual a evidencia, y el mundo se subjetiviza, es un contenido de la conciencia del sujeto, lo que después planteará el problema de cómo enlazar con el mundo material que percibimos a través de los sentidos.
Si la primera regla pretende alcanzar las primeras verdades, la segunda y la tercera nos explican cómo podemos deducir nuevas verdades a partir de las ideas claras y distintas ya conseguidas. En la primera parte (regla del análisis) se descompone el problema hasta sus partes más sencillas (naturalezas simples, resultado del proceso analítico). A continuación se procede a la inversa, recomponiendo el problema original, con la ventaja de conocer ahora sus partes más elementales y las relaciones que existen entre ellas. En este proceso interviene la deducción, que es la que se encarga de relacionar correctamente unas ideas con otras.
Por último, como medida de precaución, Descartes exige que se realicen distintas comprobaciones de todo el proceso recorrido, especialmente en lo que respecta al análisis y la síntesis, que son las partes del método en las que más fácilmente pueden colarse los errores. Como resultado de todo esto, se tendrá un sistema de conocimiento con garantías de certeza, puesto que cada regla soporta y transmite la verdad en todo el recorrido.

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